IURD TV EN VIVO

mensaje del obispo

                                 


La valentía de Gedeón
Los que no nacieron de nuevo no tienen la fe capaz de enfrentar las tempestades y dificultades
“Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 16:17)
Pedro recibió la revelación del Padre, pero en seguida Le sugirió a Jesús que no subiera a Jerusalén, a fin de que no fuera apresado, condenado y muerto. Él dijo: “Señor, ten compasión de Ti.” Pedro apeló a la emoción, conmoción y compasión, porque ciertamente estaba con miedo de también ser capturado, juzgado y condenado.
De hecho, Pedro negó al Señor Jesús tres veces. Los demás discípulos también se escondieron y huyeron, dejándolo solo. Podemos verificar que aquellos discípulos creían en Él mientras todo estaba yendo bien, mientras todo estaba de acuerdo con la fe emotiva de ellos.
Mejor dicho, todos estaban junto a Jesús durante las curas, la transformación del agua en vino, la multiplicación de panes y peces, la resurrección  de los muertos y la liberación de los endemoniados. Sin embargo, cuando Jesús quedó preso, los discípulos huyeron, se escondieron y se acobardaron, simplemente porque Lo tenían al Jesús físico con ellos, no al espiritual, que era el propio Espíritu Santo.
Mientras Jesús estaba conquistando y venciendo, todos estaban con Él. Aún así, al quedar preso, Sus discípulos Lo abandonaron. O sea, gozaron de Sus beneficios mientras veían Sus maravillosas señales. Vivían en la fe emotiva. Pero cuando vinieron las señales dolorosas de la fe sacrificial, todos huyeron.
Por eso hemos hablado incesantemente sobre la necesidad del nuevo nacimiento. Los que no nacieron de nuevo no tienen la fe capaz de enfrentar las tempestades y dificultades. Incluso a veces las personas tienen fe para recibir la cura, o cualquier beneficio físico, pero no tienen fe para conquistar una vida nueva y transformada. Esto sucede porque aún no tuvieron un encuentro personal con el Señor Jesús, aún no nacieron de nuevo.
A pesar de todo, esas personas permanecen en la iglesia por tener un sentimiento de gratitud por el milagro que recibieron. Ellas cambiaron de religión, pero la vida continúa siendo la misma. Eso significa que fueron beneficiadas por una acción de fe, pero no fueron transformadas, no recibieron la naturaleza de Jesús.
Cuando nacemos, recibimos la naturaleza adámica, la naturaleza de nuestros padres. Sin embargo, cuando nacemos de nuevo, alcanzamos la naturaleza Divina y pasamos a tener el ADN de Dios, que es la fe sobrenatural. Pero, si la persona no tiene ese nuevo nacimiento, no tiene fuerzas para enfrentar los problemas del día a día.
Por esa razón, vemos a muchos caídos a la vera del camino, justamente porque, a pesar de haber alcanzado una bendición, no alcanzaron la mayor gracia: el nuevo nacimiento.
Los discípulos se acobardaron con la prisión de Jesús. Pedro llegó a decir que nunca Lo había visto. Cuando la persona no es nacida de Dios, tiene mucho miedo de arriesgarse, de tomar actitudes y de lanzarse de cuerpo, alma y espíritu en el momento necesario.
Es paradójico, pero los medios en general han contribuido mucho en la definición de la fe de las personas no nacidas de nuevo. Es que ha sido usada por el mal para intentar neutralizar el pequeño resto de fe que aún hay cuando promueve la persecución contra la IURD. A pesar de todo, doy gracias a Dios por las persecuciones de los medios. Porque son los que han obligado a los indecisos en la fe a tomar una decisión. Las persecuciones han colaborado en mucho en el sentido de definir de una vez por todas a los indecisos. ¡Esto es muy bueno! ¿Cuántos han nacido de nuevo justamente cuando ven las injusticias, calumnias, problemas, etc.? Son las guerras las que hacen surgir los héroes de la fe. Son los desiertos los que preparan a los verdaderos hombres y mujeres de Dios.
“… también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza.” (Romanos 5:3-4)
Las personas que tienen una fe inteligente, tal cual la fe de Gedeón, que tenía conocimiento del Dios de sus padres, del Dios de Isaac y del Dios de Israel, cobran las respuestas de Dios. Cuando vinieron los enemigos de Gedeón y asolaron su tierra, destruyéndolo todo, muchos estaban escondiéndose en las cuevas y dentro de los túmulos. Gedeón, por otro lado, en el lugar donde debería estar trabajando las uvas, haciendo vino, estaba sacudiendo el trigo.
Gedeón estaba luchando, de una forma u otra, para vencer el hambre y las necesidades básicas de su familia. Cuando Dios, en la persona del Ángel, que representa a Jesús, se le apareció y le dijo: “Dios en contigo, hombre valiente”, hubo una palabra de estímulo en relación a lo que él estaba haciendo. A pesar es eso, Gedeón respondió: “Si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Dónde está el Dios de Abraham, de Isaac y de Israel? ¿Nos abandonó?”
Hubo una cobranza de parte de Gedeón para con el Ángel, que le dijo: “Ve en esta tu fuerza y salva a Israel.” En el momento en que la persona usa la fe inteligente, se indigna contra las situaciones adversas. No acepta ni se queda parada esperando y contando con la suerte y con el tiempo. Ella cuenta con Dios y Le cobra Su respuesta.
Este es el método de la fe inteligente, que difiere de la fe emotiva. Si Gedeón tuviese una fe emotiva, hubiera quedado feliz porque el Ángel se le apareció. Hubo una alabanza de parte de Dios para con Gedeón, porque si él estuviese en la fe emotiva diría: “Aleluya, gracias a Dios.”
Al contrario, Gedeón no estaba en condiciones de agradecer, sino de clamar, cobrar y reivindicar lo que Dios había prometido, porque los enemigos estaban allí, destruyéndolo todo. Fíjese en las características muy especiales de Gedeón: valentía, audacia y coraje. Dios no trabaja con tímidos y cobardes, y sí con personas corajudas, aunque estas estén imperfectas. A final de cuentas, todos los humanos tienen sus fallas.
Dios busca hombres y mujeres de fe que sean valientes, corajudos, arrojados, intrépidos y audaces con las que pueda unirse, realizar sociedades, auxiliar y realizar obras grandiosas. ¡Es así como Dios trabaja!






      ARRAS DEL ESPIRITU                  





Colocar un patrimonio como garantía del pago ha sido una práctica común en las sociedades. Ya sucedía en la época de Pablo que, dirigido por el Espíritu Santo, aprovechó esa costumbre para concientizar a los cristianos, en Éfeso, sobre su futuro prometedor y eterno.
“… habiendo oído la palabra de verdad, el Evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en Él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, El cual es el arras de nuestra herencia, al rescate de Su propiedad, para alabanza de Su gloria.” Efesios 1:13-14
En un lenguaje más simple podemos leer:
…después de haber oído el mensaje del Evangelio ustedes creyeron en el Señor Jesús, fueron salvos y sellados con el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el Sello de Garantía de nuestra salvación hasta el día del Rescate de Su propiedad para alabanza de Su gloria.
Claro que el texto no habla al respecto de los cristianos piratas o carnales. Sino apenas de los nacidos del Espíritu.
Es extremadamente glorioso vivir en la fe de que el sacrificio de la voluntad de la carne, a causa del Señor Jesús, tiene esa compensación inmediata.
No vimos a Jesús, no Lo sentimos, no Lo tocamos, no vimos los Cielos, ni los ángeles, nada…
Todo lo que poseemos de garantía del eterno es una convicción íntima.
Este tipo de certeza ya fue profetizada por Jesús, cuando dijo: “Porque Me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.” Juan 20:29
Por lo tanto, como Tesoro Especial de Dios, los nacidos del Espíritu tienen Ese Sello de Garantía. Mientras que estén prestados en este mundo para Su servicio de ganar a otros, ellos tienen el Espíritu Santo de la Promesa que testifica en su espíritu el rescate en la vuelta del Señor Jesús.
Son propiedades de Su gloria.